Nuestras hojas amarillas
Be a spark in the dark
3/4: Reinicio.
Era sábado por la noche,
pero para mí era viernes.
Estaba equivocada, es cierto, pero no lo sabía.
Mi noción del tiempo se había perdido gracias a la anestesia.
.
Ese día conocí la Unidad de Terapia Intensiva,
aunque ella me había conocido el día anterior.
.
Recuerdo flashes de todas las personas que entraron a verme,
la sensación de estar confundida y desorientada,
el vago recuerdo de lo que veía la enfermera en el televisor,
una mascarilla de oxígeno sobre mi cara
y la ausencia de mis lentes.
Luego me volví a dormir.
.
Era domingo...
(sábado, para mí).
Desperté,
con sueño y a mirar el montón de catéteres que me acompañaban.
Lo único que veía con claridad era un reloj que estaba en la pared, frente a mí,
y era eso lo que miraba a cada momento.
.
Ese día me hicieron regresar a la realidad,
así que cuestioné las certezas que tenía.
Lo que sabía era lo siguiente:
tenía una mascarilla de oxígeno,
tres electrodos pegados al pecho,
dos vías y una sonda,
un saturómetro en el dedo,
medias anti-trombo,
apósitos en diferentes lugares,
y el tubo pleural seguía en su sitio.
.
Allí conocí a un par de enfermeras bastante peculiar.
Ellas me hicieron reír
(así no pudiera hacerlo),
me asearon,
me peinaron,
me colocaron un cabestrillo,
cambiaron mi mascarilla por una cánula nasal,
me dieron café y galletas...
me hicieron sentir bien,
como si no estuviese en Terapia Intensiva.
.
El día siguiente,
otro par de enfermeras llegó,
uno que ya había estado a mi lado.
Ellas me trataron con calidez,
confianza y tranquilidad,
como si me conocieran desde hace tiempo.
.
A ellas cuatro le agradezco tanto,
porque me hicieron sentir bien,
en casa,
como si no tuviese ninguna afección.
Ellas hicieron que mi estadía en Terapia Intensiva fuese más llevadera,
ellas, sin duda, tienen un lugar especial en mi corazón.
.
Era martes.
Martes de operación.
Iban a colocarme una placa en la clavícula
y unos tornillos en la pierna.
Era algo rutinario,
pero yo estaba muerta de miedo.
No quería ir a quirófano,
sentía temor de lo que podría pasar,
pero me armé de valor.
Hablé un poco con la anestesióloga,
quién se sorprendió un poco por mi edad.
Ella decía que yo era muy pequeña,
que parecía una niña de 17 años...
.
Luego,
tomó mi tensión arterial,
me colocó una mascarilla,
y sentí como mi cuerpo iba cediendo de nuevo ante la anestesia general.
Fueron casi 4 horas en quirófano.
.
Casi a las 7:00 pm
regresé a Terapia Intensiva
y lo único que sentí fue un golpe de frío...