Nuestras hojas amarillas
Be a spark in the dark
4/4: Latencia.
Intenté colocarme en posición fetal
(lo que siempre hacia cuando moría de frío),
pero no podía.
Tenía una férula en la pierna derecha,
el tubo pleural seguía en su sitio
y no podía colocarme de lado.
Así que, los enfermeros me colocaron un tubo de aire caliente en la sábana.
Y luego,
poco a poco,
comencé a sentir calor.
.
Poco tiempo después, entraron a verme.
Eran las mismas personas que entraban todos los días,
los que jamás me dejaron sola durante todo ese proceso,
a los que le agradezco infinitamente por estar a mi lado día tras dia,
(así no pudieran verme por mucho tiempo),
porque yo sabía que estaban ahí,
afuera,
atentos,
alerta,
siempre pendientes de mí...
.
Ese día se fue y llegó el miércoles.
.
Transcurrió rápido,
sin ninguna novedad,
hasta que llegó la tarde.
.
Ese día me iban a quitar el tubo pleural,
yo le decía "el tubo infernal",
porque era incómodo y dolía muchísimo.
.
Llegaron los doctores y los enfermeros,
me aplicaron anestesia local en las costillas,
comenzaron a cortar unas suturas y a hacer unas nuevas.
.
Luego me explicaron el procedimiento:
debía inspirar,
espirar
y sostener la respiración
mientras ellos sacaban el tubo.
.
Parecía sencillo,
pero era más difícil de lo que parecía.
.
La primera vez fue fácil:
inspiré, espiré y sostuve la respiración mientras ellos comenzaron a halar el tubo.
.
Luego descansé un momento.
.
La segunda vez fue un poco más complicada:
inspiré, espiré, sostuve la respiración, ellos halaron más el tubo,
pero encontraron un tope
y mi cuerpo se movió hacia adelante...
solo vi a la enfermera que articulaba con la boca un:
"no respires, no respires",
así que aguanté,
aunque no pudiera más,
y los doctores retiraron el tubo por completo.
.
Lo siguiente era rutinario.
Cena.
Los chequeos enfermeros cada hora.
La aplicación de medicamentos.
La extracción de sangre.
Y yo que despertaba a cada hora,
siempre que escuchaba o sentía algo.
.
Finalmente,
llegó el jueves.
Ese día me daban de alta.
Me tomaron la radiografía diaria de tórax,
me asearon y vistieron,
me quitaron la vía arterial,
la vía central
y la sonda.
.
Me sentía extraña.
No sabía qué me esperaría afuera
porque ya me había acostumbrado a estar en Terapia Intensiva.
.
Ese día,
llegó un par de amigos a visitarme.
Fue inesperado,
pero me agradó muchísimo que estuvieran ahí.
.
Luego,
cuando estaba a punto de irme,
llegó una visita aún más inesperada.
Me emocioné un poco,
y solo con verla,
sentí que todas nuestras diferencias habían quedado en el pasado.
.
Al final de la tarde,
me ayudaron a levantarme de la cama,
me subieron a la silla de ruedas
y salí de Terapia Intensiva un poco nostálgica por todo lo que superé,
todo lo que viví
y por todo lo que estaba dejando atrás...