Nuestras hojas amarillas
Be a spark in the dark
Recordé.
Hoy me acordé de mi abuelo.
Recordé que sus ojos eran los más bellos que nunca había visto, recordé que siempre intentaba mirarlos y recordé que peleaba contra la genética por no tener sus ojos grises. Recordé, con lágrimas en los ojos, que él era mi vida entera, que solo me bastaba tomar de su mano para sentirme feliz, que solo necesitaba verlo sonreír o verlo tocar sus dedos para regalarle una sonrisa... luego recordé que él ya no estaba y sentí un vacío en el pecho.
Deseé febrilmente que vinieran a decirme que todo esto fue un mal sueño y que mi abuelo sigue sentado en su silla, jugando con sus dedos, tomando un nylon de pesca imaginario, observando a todo cuando no observaba nada... deseé que me dijeran que estaba vivo y que sus ojos grises jamás se habían apagado.
Debo ser realista y dejar de mentirme: sé que nadie vendrá a decirme lo que deseo escuchar.
Debo aceptar que, los ojos grises de Andrés, hace meses, dejaron de brillar.