Nuestras hojas amarillas

Es por eso que... nada nunca es igual después de perder a alguien.

Porque, cuando escribo, no importa si el torbellino se vuelve tormenta y lo inunda todo.

Es normal sentirse mal a veces.

Hace un año, me estaba debatiendo entre la vida y la muerte, mi futuro era incierto y lleno de incertidumbre.

He estado ausente... de muchas maneras posibles.

Intenté colocarme en posición fetal (lo que siempre hacia cuando moría de frío), pero no podía. Tenía una férula en la pierna derecha, el tubo pleural seguía en su sitio

Era sábado por la noche, pero para mí era viernes. Estaba equivocada, es cierto, pero no lo sabía. Mi noción del tiempo se había perdido gracias a la anestesia.

Me perdí en la inconsciencia. Todo se tornó borroso y extraño. Y solo se aclaró cuando escuché una voz desesperada que no dejaba de repetir: "Despierta, Virginia, por favor".

20 de noviembre de 2020. Era un día común, el 92° cumpleaños de mi abuela materna y el viernes de la penúltima semana de noviembre.

Era menuda. Llevaba rayos de sol en el cabello, clorofila en la mirada, y piel color arena. Parecía fría,